La Jaula de la Rabia
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Hablemos de la rabia. O quizás mejor, pensemos primero. Cógete unos minutos y piensa en cómo vives tú la rabia. ¿Qué memorias y emociones surgen cuando escuchas la palabra? Y la última vez que sentiste rabia, ¿qué había pasado? ¿Qué cosas que te hacen explotar en pocos segundos? ¿Eres alguien que se enfada fácilmente o eres más de los que mantienen la calma sin importar la situación? ¿Y realmente eres lo que acabas de responder a mi última pregunta? A veces nos cuesta ver lo que realmente somos sobre todo cuando está involucrada una emoción que para muchos tiene connotaciones muy negativas.
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Piénsalo un poco más...
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La rabia puede aparecer de muchas formas. Hasta diría que la rabia, con toda su intensidad y todas sus formas de ser expresada, es tan personal como el amor. Cada persona la vive de una manera distinta y tiene sus propias memorias vinculadas a este estado emocional. Todas estas formas de la rabia, sin embargo, tienen una cosa importante en común: Son tú responsabilidad. Tú eres la persona que está produciendo este fuego y esta fuerza en tu cuerpo y mente, y serás tú quien tenga que lidiar con ello. ¿Estás asumiendo esta responsabilidad? Me gustaría dejarte unos minutos más para pensarlo bien.
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Piénsalo un poco más....
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¿Listo o lista para el próximo paso? Muy bien, ahí vamos:
Imagínate que cada vez que te enfadas por algo, una fuerza invisible automáticamente te pone dentro de una Jaula de la Rabia. Tu Jaula de la Rabia es el producto de tu personalidad combinada con la educación familiar y tus experiencias de la vida. En algunas culturas, mostrar rabia es más aceptado que en otras. Y hasta dentro de una cultura vas a encontrar diferencias, dependiendo del carácter de cada uno y la dinámica de la familia.
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Tu propia Jaula de la Rabia puede tener el tamaño que quieras. Depende un poco de cuánto te gusta moverte cuando estás enfadado. Y de tu forma personal de mostrar rabia depende si la jaula está cerrada con barras o con una red metálica. Si eres más de los explosivos, de los que lo dejan muy claro para quien esté presente que están enfadados, la jaula tendrá barras gordas de metal con bastante espacio para que todo el mundo que pase fuera pueda ver y escuchar la rabia. Lo opuesto son aquellos que no muestran ni una señal de su rabia y la mantienen quemando por dentro. Ellos tendrán una red fina con poca probabilidad que los de fuera vean o escuchen la lucha rabiosa que tiene lugar dentro de la jaula. Y luego existen todas las variaciones entremedio. Te invito de nuevo a tomarte un momento para contemplar tu propia Jaula de la Rabia. ¿Cómo es? ¿Y cómo son las Jaulas de la Rabia de los que te rodean en tu vida diaria?
Las Jaulas de la Rabia tienen puertas, pero no se abren mientras se detecte ruido y movimiento en el interior. Esto significa que el tiempo que estés lleno de rabia no habrá salida. Imagínate ahora que todo lo que piensas, dices o sientes en este estado emocional se convierte en un objeto físico que vas tirando por la jaula con fuerza. Estos objetos los vamos a llamar escombros emocionales. Si tu Jaula de la Rabia tiene barras gordas con espacio entremedio, los escombros chocarán o rebotarán contra estas barras. Algún que otro escombro se escapará y chocará con algún desafortunado que esté pasando cerca. Su reacción a este ataque podría ser igual a la tuya. Puede que se ponga en su propia Jaula de la Rabia y empiece a tirarte escombros encima. Pero también existen los que seguirán su camino sin fijarse demasiado en los escombros tirados por todos lados.
Hay otras personas que recibirán estos escombros emocionales y se quedarán pegados a su ropa y enredados en su pelo, llevándolos consigo hasta que encuentren una manera de librarse de ellos. Lo peligroso de esta forma de expresar rabia es que hay gente que sabe sacar provecho de tus escombros emocionales y los utilizarán en tu contra sin escrúpulos. Algo que seguramente te interesa evitar.
Y luego existen los maestros, personas que saben hacer frente a una lluvia de escombros emocionales y que se mantienen firmes al lado de la Jaula de la Rabia pillando todos los escombros que van en su dirección para echarles un vistazo para luego ayudar a la persona atrapada en la Jaula de la Rabia en calmarse lo suficiente para lograr que las puertas se abran. Una vez abiertas las puertas, se puede contemplar las consecuencias de la tormenta emocional. La jaula está casi vacía. Todos los escombros que están tirados por todos lados afuera están rotos o incompletos y absolutamente inútiles.
Sin embargo, si tu Jaula de la Rabia tiene una red metálica fina, la situación es muy diferente. Estás dentro de la jaula, furiosamente tirando los escombros aquí y allá, pero desde afuera no se ve. A veces unos trozos diminutos logran escaparse a través de los agujeros en la red y los que están del otro lado se asombran un poquito pero no habrá grandes reacciones y tampoco mucha ayuda. Dentro de la jaula los escombros ya te llegan hasta la nariz y pronto estarás completamente envuelto. Y si después de un rato has logrado calmarte igualmente tardarás bastante en llegar hasta la puerta. Es como estar en una piscina de pelotas enorme sin saber dónde está la salida.
No importa el tipo de Jaula de la Rabia tienes, estar en ella siempre es una situación desafiante. Te propongo un pequeño viaje imaginario para darte una idea de cómo mejorar tu relación con la rabia y hasta sacar provecho de ella:
Imagínate que durante un tiempo has estado observándote y ya sabes mejor leer las señales de tu mente y cuerpo cuando surge la rabia. Eso te da la posibilidad de quedarte fuera de la Jaula de la Rabia en vez de entrar en ella sin pensarlo. Ahora eres tú quien tiene el control. E imagínate que ahora solo hay un lado abierto por el cual pueden entrar y salir los escombros. Colócate en este lado con toda tu rabia, mirando hacia dentro y tira todos los escombros hacia el interior de la jaula donde se apilan sin molestar a nadie y sin ser enterrado tú mismo. Sigue haciéndolo hasta que te hayas vaciado y calmado.
A mí personalmente me cuesta mucho mostrar la rabia y la trabajo en el interior. Para mí, una manera de liberarme de ella es hablar con alguien en quien confío o bien escribir. Sin embargo, si eres alguien que necesita exteriorizar la rabia será mejor buscar una actividad más física como correr, caminar, bailar o golpear almohadas o pegar gritos en el bosque. Hay tantas maneras distintas y todas válidas. Depende de lo que funciona mejor para ti. Cualquiera que sea tu manera de librarte de la rabia, estate presente y observa, porque solo si consigues estar presente podrás volver a tu Jaula de la Rabia después de calmarte y mirar qué hay dentro. Nada se ha perdido, nada se ha ido contra otra persona y tú no estás enterrado por debajo de todo eso. Y desde una cierta distancia podrás mirar los objetos, analizarlos y quizás guardar algunos para usarlos en el futuro. También los puedes llevar a un amigo o terapeuta quien sepa encontrar el sentido detrás de ellos. ¿Qué ves en los escombros? ¿Qué hay? ¿Qué te enseña? ¿Hay objetos que aceptas, aunque ya no estés enfadado? ¿Y otros con los que no estás de acuerdo y ni sabes de dónde vienen? ¿Hay algunos escombros que siempre están aunque aparentemente no tengan nada que ver con la situación? Míralo todo atentamente porque te hablará de lo que hay por debajo de lo visible.
Crecí pensando que la rabia es algo malo y algo que se tenía que evitar a todo coste, que no me iban a a querer si la mostraba. Y por esa creencia la guardaba toda dentro y nunca la solté. Estaba convencida de que no era fácil sacarme de quicio, de molestar mi equilibrio interno y de que en general soy muy tranquila. Pero el día que di cuenta de que sí que estaba muy enfadada, había tantos escombros dentro de mi cuerpo que solo supe reaccionar de formas muy inadecuadas y exageradas. ¡Y lo que me costó calmarme! La destructividad de esa rabia me dio mucho miedo. Tenía miedo de lastimar a alguien o a mis relaciones con mis palabras y acciones. Al final fui yo misma la que se lastimó o, mejor dicho, mi cuerpo. He aprendido la lección y seguiré aprendiéndola cada vez que me enfado.
La rabia es una fuerza vital y puede ser muy útil cuando está sostenida. Una rabia bien dirigida te ayuda a poner límites, a protegerte a ti y a tus queridos o a darte el empujón necesario para activarte, ponerte las pilas y hacer ese paso hacia un cambio necesario que quizás te daba miedo o pereza. La rabia puede ser un buen profesor si estás dispuesto a ser su alumno y observar. Es una de las lecciones más útiles y maravillosas de la vida porque muchas veces culpamos a algo externo de nuestra rabia, pero al final somos nosotros los que tenemos esa reacción. Somos nosotros los que producimos esas sustancias químicas que nos hacen sentir esa emoción tan fuerte. Los escombros de la rabia son nuestra responsabilidad y podemos elegir qué hacer con ellos. Podemos dejar que cuerpo y mente funcionen en piloto automático o bien tomar las riendas activamente y transformar esa energía en algo útil y bonito.
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Hay palabras, acciones o situaciones que te pueden hacer reaccionar y, por supuesto, se puede decir que son la causa de tu rabia, pero nunca, nunca serán las responsables. El único responsable eres tú.
¿Cómo llevas el tema de la rabia? ¿Quién tiene el control: tú o la rabia?
¿Qué haces cuando estás enfadado/a y hay algo que te gustaría cambiar?
¿Cómo tratas a los demás cuando estás enfadado/a?
¿Y a ti mismo/a?
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Piénsalo y cuídate mucho.
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