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La flor de la felicidad

(5 min de lectura)

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“La felicidad depende de nosotros mismos”

Aristóteles

 

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Imagínate tú y yo.

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Tú quieres ser feliz y yo quiero ser feliz. Yo quiero que TÚ seas feliz y tú quieres que YO sea feliz. Miremos algunas de las maneras más comunes de las que solemos intentar lograrlo. Algunas tendrán éxito, otras parecerán tenerlo y otras nos llevarán al fracaso.

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Imagínate que la felicidad es una flor. Habrá tanta diversidad de flores como la hay de seres humanos.

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Opción 1:

Te doy mi flor de la felicidad y mi expectativa es que la cuides. ¿Cuál será la consecuencia? Pues que pierdo completamente el control sobre mi flor de la felicidad. Ahora está en tus manos y harás con ella lo que quieras o consideres correcto. Puedo darte instrucciones detalladas, pero incluso si la cuidas con tus mejores intenciones, mi flor de la felicidad podría marchitarse y morirse, porque al final soy yo la única persona que realmente sabe lo que necesita para crecer de manera saludable y estable, y florecer de manera constante. Además de eso, tienes tu propia flor de la felicidad, que necesita de tu cuidado y no tendrás suficiente tiempo ni energía para ninguna de las dos si tienes que dividir la atención entre ellas.

Lo mismo pasa si me regalas tu flor de la felicidad y esperas que yo te la cuide. Siempre daré lo mejor de mí, pero ¿será eso suficiente para que tu flor no se marchite?

 

Es mucha presión y responsabilidad cuidar la flor de la felicidad de otra persona. Si no crece ni florece, habrá mal rollo. Ambos nos sentiremos frustrados y molestos. Quizás incluso empecemos a acusarnos el uno al otro de la falta de salud en nuestras flores de la felicidad. No es exactamente un resultado feliz, diría yo ...

 

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Opción 2:

Muy similar a la opción 1, pero igualmente un poco diferente. Imagínate que entro en tu vida, nuestra relación se hace más estrecha poco a poco y luego, como soy una persona tan compasiva, tomo tu flor de la felicidad y declaro la responsabilidad absoluta sobre ella. Tengo muchas ganas de cuidar de tu flor de la felicidad, cueste lo que cueste.

 

¿Cómo te sentirías? Supongo que al principio todos nos sentimos halagados y de alguna manera… bueno… felices. Es tan agradable tener a alguien que se preocupa tanto por uno. ¿Quién no querría eso? Pero en algún momento, puede que empieces a darte cuenta que constantemente estás defendiendo tu flor de la felicidad: a veces contra un exceso de agua o demasiada luz del sol, o contra que una poda de la que sabes que no es la correcta. Intentas poner límites y me pides que dé un paso atrás y deje que te encargues tú mismo. Seguro que me sentiré muy frustrada y hasta rechazada. ¿Cómo puede alguien rechazar tanto amor y cariño? Cuán ingrato me pareces. ¡He hecho tanto por tu flor e incluso la he priorizado sobre la mía para que crezca sana y fuerte! (O eso es lo que creo ...)

 

Ya te puedo asegurar que esto tampoco nos llevará a la felicidad.

¿Y qué lo hará entonces? Miremos la opción 3 para ver si nos aclara el asunto.

 

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Opción 3:

Tenemos una relación muy buena y sana, compartimos todo y nos comunicamos de forma honesta y abierta. Partiendo de esa base nos atrevemos a asumir el reto de intercambiar nuestras flores. Yo tengo tu flor para cuidarla y tú tienes la mía.

 

Piénsatelo un poquito ...

 

¡Cuánto poder sobre nuestra felicidad nos concedemos el uno al otro! Aquí la confianza mutua es clave si queremos que sea una experiencia agradable para los dos.

 

En el escenario ideal, me comunico contigo cuando no esté segura de las necesidades de tu flor y tú haces lo mismo para mí. Cuando sospechamos que algo está mal, hablamos y lo miramos juntos. Qué bellas las sorpresas que nos llevamos cuando yo p.ej. encuentro algo que funciona bien, pero que tú no habías pensado hacer porque nunca se te ocurrió. Así nos enriquecemos y esos son momentos que hay que celebrar. Lo más probable, sin embargo, es que haya muchas situaciones en las que inconscientemente no trate tu flor de la forma correcta y incluso aunque siempre verifique contigo, la flor sufrirá un poco porque yo no soy tú.

 

Y una vez que dejamos de comunicarnos bien o que nos desenamoramos y empezamos a tener desacuerdos, tenemos en nuestras manos el poder de destruir la flor de la felicidad del otro. Es una situación peligrosa, porque así se puede hacer mucho daño, el cual no se repara tan fácilmente.

 

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Opción 4:

Me quedo yo con mi flor de la felicidad y tú te quedas con la tuya. Después de mirar todas las demás opciones, tiene bastante lógica, ¿verdad? Pero si hacemos esto, ¿cómo podemos compartir la felicidad, porque de eso se trata en las relaciones, ¿no?

Tengo algunas ideas sobre cómo puede funcionar:

 

Si ambos nos quedamos con nuestras propias flores de la felicidad y les prestamos toda la atención que necesitan, podemos gozar de muchísima felicidad. Ambas flores crecerán y darán flores de todos los colores imaginables y las que luego podremos regalar, compartiendo así nuestra felicidad con nosotros mismos o con los demás. Y al mismo tiempo podemos mostrarnos atentos y cariñosos. Si un día estás cansado, puedo ayudarte a llevar tu flor a un lugar más soleado. O si mi flor se está marchitando porque estoy ocupada lidiando con los desafíos de la vida, puedes regalarme un fertilizante que le dará nueva energía a mi flor. Esos pequeños gestos de amor tienen un valor increíble y, a veces, pueden marcar toda la diferencia.

 

Si cada uno de nosotros cuidamos nuestra propia flor de la felicidad y si prospera y florece, podemos sentirnos … bueno ... felices.

 

 

Las relaciones que tenemos con las personas en nuestra vida son tan diversas como las personas mismas. Esto significa que fácilmente podemos vivir y experimentar todas las opciones mencionadas arriba. Pero igualmente depende de cómo nos educaron en la infancia y cuáles fueron y son nuestros modelos a seguir en la vida.

 

Reflexiona un poco sobre las relaciones que mantienes con tus seres queridos:

  • ¿Quién tiene responsabilidad sobre la felicidad en cada una de ellas?

  • ¿Estás satisfecho?

  • ¿Te gustaría cambiar algo?

 

¡Cuida bien a tu flor de la felicidad! Y si decides confiar en alguien y darle tu flor te deseo que esté en muy buenas manos.

 

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