El capullo de la vida
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"La solitud siempre me ha parecido un lugar real, como si no fuera un estado de ser, sino más bien una habitación donde puedo retirarme para ser quien realmente soy."
Cheryl Strayed
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¿Alguna vez has tenido esta sensación única de entrar en un lugar muy tranquilo después de una experiencia intensa (ya sea buena o mala) y sonreír para ti mismo, completamente feliz de estar solo? A este lugar, yo lo llamo el capullo (cocoon en inglés). Llevo tiempo queriendo escribir sobre este tema y hace unos días encontré la cita de Cheryl Strayed y me di cuenta de que no podría haber encontrado una mejor línea de apertura para lo que tengo que decir. Expresa perfectamente lo que quiero decir cuando hablo de mi capullo o cuando les digo a mis amigos que estoy cocooning, es decir entrando en mi capullo. Supongo que me he estado cocooning muchas veces en mi vida, pero solo ahora soy realmente consciente de ello y tengo que admitir que me encanta. Y por eso quiero compartirlo contigo. Deseo que te inspire y te dé una herramienta más para tu camino por la vida.
Un capullo es un lugar de transformación. Las orugas se sellan herméticamente en capullos para convertirse en mariposas. En la naturaleza, es un proceso que ocurre solo una vez, pero los seres humanos tienen la suerte de poder contar con muchas de esas oportunidades en la vida. Imagina que al comienzo de tu vida ya eres una mariposa, pero tus alas son de un blanco brillante. Cuanto más viejo seas, más manchas de color descubrirás en tus alas y cuanto más fiel seas a ti mismo, más brillantes y hermosos serán los colores. Las manchas aparecen cada vez que has aprendido algo valioso sobre ti. Y una forma de hacerlo es convertirse en oruga una y otra vez, encerrarse en un capullo y pasar por un tiempo de reflexión profunda y luego deshacerse de la piel vieja y convertirse en nuevamente una mariposa; con nuevos colores.
En mi opinión, hay dos capullos principales que son igualmente valiosos. El capullo de "Viví algo tan asombroso que me aferro a él con cuerpo y alma y todavía estoy viviéndolo y reviviéndolo en mi memoria y no quiero dejarlo ir todavía" y el de "Me sentí tan abrumado por la vida, que tengo ganas de huir, cerrar la puerta de golpe detrás de mí y no volver a salir por un buen rato. Que se calle todo el mundo y me deje en paz ". Echemos un vistazo más detallado a los dos.
La primera vez que me di cuenta del capullo fue después de haber pasado los cuatro días más hermosos en un centro de retiro de yoga en la naturaleza. Estaba participando en un entrenamiento avanzado de masaje tailandés y el grupo fue muy especial. Desde el primer momento creé conexiones profundas y me sentí increíblemente segura y libre. Aprendimos mucho, pero también nos abrazamos, reímos y compartimos sabiduría y experiencias. Me estaba recuperando de un agotamiento profundo y estar rodeada de tanto amor y aceptación era como miel para mi alma. Después de días como estos, siempre me cuesta despedirme. ¿Cómo puedes volver a tu vida "normal" cuando tu cuerpo y tu mente están llenos de recuerdos que aún están tan vivos que tienes reacciones físicas a ellos? No puedo.
Entonces recuerdo que volví a donde vivía y me tardé varios días en volver a hablar con mis amigos; personas con las que había estado hablando a diario antes de irme al curso y que eran una parte importante de mi vida. Pero en ese momento quise estar sola con el recuerdo. Quería cerrar los ojos y sentir todas esas hermosas emociones y pensar en las conversaciones interesantes e inspiradoras y continuar haciéndolo hasta que los recuerdos se vayan lentamente a ser guardados la memoria a largo plazo como suele ocurrir. En esos momentos siento que compartir mis pensamientos y sentimientos es un riesgo que no me atrevo a correr. El riesgo de compartirlo con alguien que no puede darles la importancia que se merecen o que no me entiende de verdad. Sería un desastre. Es como una pequeña flor hermosa que solo puede ser tocada con dedos delicados. Y así me acurruqué en el capullo.
Desde el día en que me di cuenta y comencé a explicarles a los que me rodeaban sobre el fenómeno del capullo, mi vida fue mucho más fácil. Podía pedir tiempo y permanecer allí encerrada el tiempo que necesitaba. Me sentí feliz y muy aliviada por recibir tanta comprensión. Un día, una amiga me dijo que tuvo la misma sensación después de un viaje de mochilero intenso y maravilloso a Nepal. Se sentía mal por no querer quedar y hablar de su viaje. Me moría por saber más de su viaje, pero me conecté profundamente con ella en ese momento. Cuando le hablé de mi punto de vista sobre el capullo, la sentí relajarse. Y cuando estuvo lista, tuvimos nuestro momento de compartir y recordar.
Obviamente es bonito cuando nuestros seres queridos están interesados ​​en lo que hacemos y experimentamos, pero a veces sentimos que les debemos una explicación. Muestran interés, por lo que creemos que debemos cumplir con sus expectativas para ser educados. Te invito a verlo de otra manera, porque sino esto puede crear un conflicto interno: la curiosidad de los demás contra tus necesidades. Es tu propia decisión utilizar este tiempo en tu capullo para procesar completamente cualquier emoción que esté allí. Escúchalo, obsérvalo, siéntelo, siéntelo un poco más, aprécialo y luego, cuando estés listo, compártelo con los demás.
Otras situaciones que me hicieron refugiarme en mi capullo no fueron tan positivas. Hay muchas razones que me llevan al capullo y son muy típicas para cualquier persona altamente sensible o introvertida: pasar demasiado tiempo socializando y sentirme agotada. Optar por prestar toda mi atención a otra persona que sentía que me necesitaba y por eso no respetar mi propia necesidad de descansar y estar sola. Tener dificultades para decirle que no a alguien que reclamaba mi atención y no poder alejarme de él o ella por no saber cómo hacerlo. Estar expuesta a mucho ruido, confusión, opiniones, estrés, gente agitada, viajes, etc. O vivir una fase depresiva en que el mundo está oscuro y por lo cual me siento mal por sentirme mal. Son todos momentos en que me siento muy sola porque he dejado de ser buena compañera y cariñosa conmigo misma.
Y luego sucede la magia. ¡Es verdad! Es como estar en una calle muy transitada con muchos coches, vendedores alabando sus productos, niños corriendo y riéndose, gente que va con prisa y que choca contigo todo el tiempo, y luego recuerdas la pared con la pequeña puerta oculta. La abres y entras en un hermoso jardín con árboles y flores y ... silencio absoluto aparte de los sonidos curativos de la naturaleza.
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Y de repente puedes dejar de prestar atención a los demás y empezar a estar contigo mismo. Es como un Spa mental y emocional. Y el Muro marca claramente la diferencia entre ti y lo que es tuyo, y lo que has adoptado como tuyo que en realidad pertenece a otros. Los seres humanos más sensibles a menudo tenemos dificultades para distinguir entre las dos cosas. Uno de los aspectos más interesantes del capullo es que allí nunca me siento sola. Estoy conmigo y quizás con algunos VIP; mis gatos y/o algunos amigos especiales a los que invito. Y luego duermo, leo libros, me siento al sol como un lagarto, salgo a caminar, hago manualidades, pongo música, bailo o no etc. Simplemente sigo mi intuición y mi corazón y dejo que mi cerebro descanse.
De verdad, me encanta mi capullo. Estoy tan profundamente en paz cuando me encierro allí, porque en estos momentos me permito simplemente ser y nada más. Dejo de lado mis propias expectativas y las que creo que otros tienen de mí. La sencillez reina en mi capullo. Y en esta sencillez reside el tesoro. Me da la oportunidad de redescubrirme y de ver de qué manera no me he respetado a mí misma o a mis límites. Y cada vez que salgo de mi capullo soy una persona diferente y en mi estantería de lecciones de vida hay otro trofeo hermoso y brillante del que puedo estar orgullosa.
¿También tienes un capullo? ¿Cómo es y cuándo sueles entrar en él? ¿Te das permiso para quedarte allí todo el tiempo que necesites para reconectar contigo mismo? Tengo curiosidad por escuchar tu historia. Compártela conmigo si quieres. Lo apreciaré mucho.
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